lunes, 22 de agosto de 2011

Algo nos queda chico... o grande




Por Fernando G. Toledo

La degustación de Titus Andronicus, puesta del prestigioso grupo teatral la Fura dels Baus, estaba llamada a convertirse en uno de los espectáculos sobresalientes del año en Mendoza. La primera llegada a estas tierras del grupo catalán, las características espectaculares de la puesta y el valor que conllevan todas las presentaciones de nivel para el incentivo de espectáculos en nuestro propio terruño eran los condimentos que esta obra basada en textos de Shakespeare iba a ofrecer en el siempre, a priori, extraño lugar para estas puestas que es el estadio Polimeni de Las Heras.

Pero, como anunció Escenario & Tendencias en su edición del jueves, la cuestión quedó en la nada. La palabra oficial, que habla de una falta de acuerdo entre los responsables técnicos del grupo y los encargados de la técnica en la puesta local, está dicha. Sin embargo, sobre la decisión de levantar las dos funciones previstas para el 23 y el 24 de este mes sobrevuela una sospecha: el sitio pensado para su realización no era el adecuado.

La cosa queda casi en la incertidumbre, pero lo que queda claro, una vez más, es la falta de espacios de envergadura con que cuenta Mendoza para eventos de un nivel que rebase el provinciano. Sucede que nuestra provincia se ha quedado, desde hace mucho ya, con un vacío en cuanto a sitios que ofrezcan a la vez grandes dimensiones de puesta y gran capacidad de público.

Con el Gran Rex cerrado desde hace años, el Gran Mendoza no tiene un lugar para juntar dos millares de personas en condiciones de ver un buen show. Porque, a ver si hace falta aún decirlo, el auditorio Bustelo padece la deformidad con la que fue parido: es un lugar amplio y lleno de tecnología lumínica, pero cualquier espectador que se siente a partir de los 15 metros del escenario estará condenado a no ver lo que suceda en el mismo por la falta de inclinación del piso del auditorio. Por otra parte, el teatro Plaza de Godoy Cruz, que ha suplido la falta de espacios acordes, parece saturado de shows y funciona correctamente, pero siempre y cuando la capacidad no supere las novecientas personas o llegue, con suerte, a las 1.000. El Independencia, en tanto, quizá el teatro más hermoso de todos con los que contamos, persigue por un lado la finalidad de ofrecer mayor variedad de propuestas, pero en el caso de que pretenda poner sobre sus tablas un show multitudinario, ha de saber que esa multitud no puede pasar las 650 o 700 localidades.

La Nave Cultural es otra cosa. Su apertura representó una saludable aparición de nuevos sitios y su estética y su concepción son de aplaudir. Pero además de que con sus tres salas juntas no puede contener a más de 1.000 espectadores (cosa imposible, ya que no pueden «juntarse»), también hay que decir que sus responsables se devanan los sesos para tratar de resolver el grave problema de acústica con que cuenta, y que hace que si se presenta un grupo de rock en una sala y en la de al lado hay una obra de teatro, probablemente los espectadores teatrales escuchen más los acordes del grupo que los parlamentos de los actores. Cosa que seguramente ya no sucederá si se avanza con la segunda parte del proyecto de la Nave, con el resto de los galpones, y la posibilidad de albergar a la Sinfónica de la UNCuyo.

Este repaso, que vale decir es incompleto y mucho más si se tiene en cuenta que hemos hablado sólo del Gran Mendoza, va a tener pronto alguna novedad: la inminente apertura del Centro Provincial de la Cultura, en Guaymallén, será seguramente algo grandioso. Sin embargo, no está prevista una sala de grandísimas dimensiones.

Mientras tanto, la Fura dels Baus sí actuará por estos días en Córdoba, en Rosario y en Neuquén. Plazas que, si tomamos esta variable como referencia (grandes salas y equipadas debidamente), terminan siendo más relevantes que las de este terruño cuyano. Un dato para tener más que en cuenta si es que queremos seguir siendo referencia cultural del Oeste argentino.


Publicado el 14/08/2011 en Diario UNO de Mendoza.

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